martes, 23 de marzo de 2010

La Primera Cita (Ellos)

Recuerdo cuando hace unos años, una amiga me contó lo siguiente:

... si pues él me recogió y me llevo a mi casa en taxi, fuimos al Cinemark de Larcomar, recuerdo que era sábado así que la entrada estaba más cara –se reía-; me dijo que pidiera lo que desee; así que yo me mande con todo y pedí esa canchita que viene en balde –más risas- y el vasote de tres litros de gaseosa, después de ver la pela; y a insistencia de él, fuimos a comer al Bembos creo ¿o no? –instantes de silencio por el recuerdo-, bueno la cosa es que comimos algo; y mientras lo hacíamos; él me hablaba y hablaba de no se que, la verdad yo estaba más concentrada en empujarme el tremendo hamburgueson que me pedí, que en prestar atención a lo que me decía; hasta que de pronto se comenzó a acercar poco a poco; ¿qué creía?, que no me iba a dar cuenta que se estaba acercando para besarme –dijo ofuscándose un poco-; pero cuando ya estaba tan pero tan cerca de mi cara, tanto que prácticamente podía ver en 3D el mega granazo a punto de reventar en su frente –explote de risa-, -silencio por parte de ella-, que te ríes -me dijo-, fue asqueroso –explotamos de risa los dos-, bueno, bueno no me interrumpas moisés; ahí me paré y le dije gracias, todo muy rico pero me tengo que ir, ya es tarde (La Clásica); él me dijo un poco desanimado, bueno ya vamos, pago las hamburguesas, salimos, tomamos un taxi y ahí empezó otra vez mi martirio; al principio todo bien, íbamos conversando, pero de un momento a otro empezó a ponerse meloso, se pegó a mi y quiso abrazarme, le dije que se arrimara un poco, que tenia calor (otra Clásica), él me dijo, pero que pasa; nada, solo tengo calor, ¿qué? ¡no puedo tener calor! le dije; el me dijo, no si normal y nos quedamos callados por un rato; felizmente el taxi llego rápido a mi casa, cuando bajamos me dijo te gusto la salida, yo le respondí que si, que la había pasado bien, el me dijo que bueno; se me acerco para despedirse, y para variar queriendo besarme nuevamente, yo le puse la mejilla y le dije gracias por todo, ya nos vemos luego, chau.

Ahora que lo pienso, ¿que basura que fui no? –risas-, le hice gastar como ciento veinte soles para no darle ni un piquito –más risas-.

Y cuantos años tenías –le pregunté-.

Yo tenía quince; él quince o dieciséis, no recuerdo bien.
Si ......., fuiste realmente una basura, pero ya toma rápido tu chela que se esta calentando.



Y es que por desgracia “La Clásica” es esa, cuando uno tiene quince o dieciséis años; y va a tener su primera cita, siempre va a querer salir ganador con la flaquita que a invitado (en el caso de los hombres); es por esto que para dar una buena impresión, ahorramos lo más que podamos; inclusive dejamos de comprar un mísero caramelo para estar cargosos ese día tan esperado; donde en efecto algunas veces se sale ganador y en otras (que es la mayoría de las veces) gastamos todo lo que hemos llevado para irnos sin siquiera con un beso de media luna; y para colmo caminando a nuestras casas, ya que no nos quedo ni una china para la combi.

Y no solo el dilema es el dinero; sino también la ropa, el perfume, el peinado, etc.

En resumidas cuentas, nos demoramos una semana en escoger y separar la ropa que nos vamos a poner, una hora en probárnosla y reprobárnosla a ver como nos queda, media hora en peinarnos, quince minutos en preparar el cocktail de perfumes que vamos a usar; y eso sí, mínimo sus dos horas rogándoles a nuestros padres para que nos adicionen el 90% a nuestro 10% ahorrado del 100% del dinero que vamos a llevar.



Ahora bien, lo más común o “La Clásica” en la primera cita es llevar a la chica al cine, pero hoy me pregunto ¿por qué?; si la idea de una cita es conocer un poco más a la persona y tratar de hacerla linda robándole un beso; y en ese lugar a lo mucho se conversa un poco cuando se encuentran, comprando lo que van a comer (osea la cancha) y haciendo la cola para entrar a la sala; luego tenemos alrededor de dos horas –que es lo que dura una película promedio- absolutamente perdidas; por que eso de estirarse con los brazos hacia atrás y acabar abrazándola y besándola solo sucede en la televisión y jamás en la primera cita; a lo mucho un roce fugaz de manos al momento de coger la cancha, y digo fugaz porque uno mismo retira la mano rápidamente de lo palteado que está en esos momentos; lo que realmente sucede es que vas a mirar calladito la película –eso si con ganas de darle su respectivo aguirre- y vas a terminar todo estreñido de tanta cancha que vas a comer.

Luego, el único y exclusivo tema de conversación va a ser la película.
Y si por ahí te alcanzó algo después de pagar las entradas y la comida; le compras una florcita o un llaverito de peluche de un sol a la flaca; punto final y calabaza, calabaza cada uno a su casa.

Como fin de cita, llegas a tu casa, te acuestas, y te preguntas; ¿por qué diablos no la llevé a otro lado?, me hubiera salido más barato y con más chances de salir ganador.

Y es que cuando se trata de tu primera salida, lo más probable es que no te den ni las gracias... “esa es LA CLÁSICA”.



Ahora bien, pido disculpas por poner una Clásica tan pasada, ya que eso sucedía en mis tiempos (y no crean que soy tan viejo).

Hoy en día, coges tu buzo de chavito, tus tabas blancas, tu bividi talla XL (cuando tu eres M), tu gorrita a rayas y con la visera recontra recta, perfume no, ¿pa qué? si igual voy a sudar y apestar ahí dentro; lo que si ten consigues tus diez luquitas (y eso), compras tu entrada y la de la flaca al Hooney, Nissa, Kapital, Turbo, Calle 8, Botes etc. (ojo, con vaso de chela incluido), y todos los chibolos salen ganadores, si no es con la flaca que invitaron, es con una de las “n” flacas que paran en dichas discotecas.

Si, pero eso seria igual que en el cine me dirás, con tanta bulla y gente; como se hace para hablar y conocer a la persona.

¿Hablar?, ¿conocer a la persona? quien quiere hablar ahí dentro, si con tanta fricción que se genera al ritmo de perretón, lo único que quieren los chibolos es que la jermita conozca sus movimientos (y viceversa); para hablar y conocerse esta el messenger, los mensajes de texto, el Factbook, y cuanta comunidad virtual exista; ahí uno va para salir ganador sí o sí, ya después se conocen.

domingo, 14 de marzo de 2010

El Cobrador Faite

Muchas veces hemos oído o nos han dicho: apégate más, ahí entran cinco; polo rojo, avanza pe; a ver a ver, paguen con sencillo; pie derecho, pie derecho; o el famoso ¿bajan? ... ¡NADIES!; entre otros.

Pocas veces un: asiento para la señora POR FAVOR.

Pero de todas maneras, en algún momento, aunque sea una vez, nos hemos topado con un: ya ya, sube sube nomás; causa, ya pasaron las tres cuadras, baja pe; ¡que! no tienes sencillo; ta que conchudo que brother ah; psss! tiene hembrita y no paga pasaje completo, oe flaca no salgas con misios, etc.

Este último es el famoso cobrador faite, el achorado, el bronquero; aquel que por cincuenta céntimos te baja de la combi o micro, se te para al frente, te recuerda a tu mamita con ajos, cebollas, pimientos, rocotos y todos los condimentos necesarios para que su santa oreja (izquierda) se le derrita de lo roja que se pondría; y claro, como la cereza del pastel, te busca la bronca delante de mujeres, niños, ancianos, policías, serenazgos, etc.

Es que este cobrador es así, todo un personaje, ya que quiere imponer su autoridad y mostrar su desacuerdo dentro de su unidad de transporte con gritos, ademanes, léxicos y miradas, que solo él sabe hacer que se vean extremadamente faite; y todo esto por decirle: un favor, cincuenta acá nomás a la ...

Es en ese instante donde el cobrador tranquilo y relajado se exacerba, cambia totalmente, se transforma, Hulk sería un infante de tres años a su lado –y si este viera en esos momentos al cobrador faite, de verde se pondría blanco del susto-, todo por que no puede soportar o no concibe en su entender el que alguien le pague cincuenta céntimos para que lo lleven un par de cuadras; esto lo encoleriza y lo trastorna, aunque en su segundo de raciocinio piensa que china es china y te deja subir; claro, con su mala vibra y mal trato de por medio.

Pero hay de aquel que ose pasarse media cuadrita más del paradero dicho inicialmente, esta acción es realmente un suicidio para uno y una cachetada a la comprensión del hombre de los boletos; simplemente no lo logra concebir, imprudencias tan brutales como esa solo conllevan a que el cobrador faite se desquicie pero mal y que quiera pelearse contigo a como de lugar, y de esa manera poder destrozarte hasta el alma para que en algo puedas pagar tamaña ofensa.

Al cobrador faite le llega altamente que te encuentres sólo o acompañado (enamorada, mamá, hermana, prima, vecina, amiga, trampa, etc.); igual te dice pobre, misio, muerto de hambre, mendigo y todos los adjetivos calificativos similares que se le ocurran, mientras tu te quedas callado para evitar un escándalo y más que todo por respeto a quien te esta acompañando; pero él no, sigue y sigue haciendo problema -ya que esa es la primera etapa de su plan, el trabajarte a la boquilla- hasta que pises el palito, el cual es que logres responderle; es en este momento que su adrenalina sube al máximo y como lo hemos dicho textos arriba, busca la manera de aniquilarte; usando como estrategia de guerra meter a tu acompañante en el problema.

Hay veces que logra su cometido y hay que veces no.

Cuando el cobrador faite se sale con la suya y logra su cometido –el pelearse contigo-, suelen suceder dos cosas que son realmente un chongazo tanto para uno, como para todos los pasajeros y transeúntes que estén observando la escena -claro, las dos cosas que podrían suceder son un chongazo mientras uno no sea el que esta al frente del cobrador faite a punto de intercambiar patadas y puñetes-.

La primera es que el cobrador faite esté en su día de inspiración y comience a meterle más goma al pobre pasajero; bueno hasta que algún transeúnte u otro pasajero se apiade de él y se meta para parar la pelea (cosa que no sucede jamás), o hasta que algún serenazgo o policía aparezca (cosa que si sucede, pero en la mayoría de los casos tarde) y rescate al infortunado “china hasta acá nomás”.

Y la segunda es que el pasajero parador comience a maltratar mal al florero cobrador faite; que este, al igual que el pobre pasajero gomeado, ruega por que aflore la piedad del público, la “rapidez” de los uniformados, o como siempre suele suceder cuando se trata del cobrador faite, es que baje e intervenga en la pelea el chofer de la unidad.

Ahora bien, si el cobrador faite no logra su propósito, a manera de desquite, cuando bajas de su unidad, te pone el hombro fuerte; y cuando ya estas abajo, nuevamente te hace recordar no solo a tu mamita, sino que también a toda tu familia; y por último, pone en tela de juicio tu hombría.

Bueno y también si estas acompañado por algunas de las féminas que he mencionado anteriormente, el cobrador faite trata de hacerlas entrar en razón exponiéndole mil y un motivos por el cual no debería salir con una persona tan misia.

Y es que cuando pides que te lleven por cincuenta céntimos, aflora el cobrador faite ... “esa es LA CLÁSICA”.




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